La arquitectura enigmática de Sergio Valenzuela “Valenz “

Porfirio García Romano

Sergio Valenzuela “Valenz”, nos pone ante su pintura como en un punto hacia varias fugas o situaciones, lugares y fugas, más allá de querer concretar espacios definitivos que nos plantean múltiples salidas inexplicables.. Ante nuestros ojos en la obra de Sergio Valenzuela se abren en perspectivas múltiples, una producción iconográfica, reflexiva a la vez que espontánea.

La pintura de Valenz es a simple vista una suerte de dibujos de un solo color. Suelen parecer dibujos, por el énfasis que el artista le da al uso de la línea y la superficie plana y no, al color y la textura. Su maestría la imprime el uso de pocos elementos plásticos, en especial líneas, que describen un esqueleto de formas, que son la obra, para el logro de una gran variedad de resultados, en los que destaca el protagonismo de espacios figurados que incitan una condición de habitabilidad.

A la propuesta pictórica representando interiores fantásticos interrelacionados e interconectados en laberintos, la propuesta de sus lugares y objetos son como dibujos propios de los procesos de arquitectos de interiores construidas para un mundo surreal. Valenz, se sustenta en la composición de laboratorios de alquimistas construyendo máquinas en movimiento conjugados con mobiliario sobre ruedas, artefactos y utensilios domésticos: ruedas, sillas, camas y escaleras.

Trabajando el acrílico y el carboncillo sobre tela, en pequeños y grandes formatos, algunos con medidas de casi dos metros, el surgimiento de sus iconos, la especie de sus pictogramas, traducen ansiedades, cotidianidad, pases, pasos, en códigos que se pueden comparar con señales de tránsito de un ambiente a otro, de un área a otra, de una zona a otra e incluso de un mundo a otro. El paso fácil de un mundo real a un mundo onírico donde el protagonista es el propio espectador.

Sin embargo su propuesta neo surrealista supera la tendencia onírica, porque el simple resultado de pintar sueños se debilita con la introducción de figuras: repisas, balcones, explícitas pero desmaterializadas. Formas de máquinas que palpitan con corazones de lata, sillas que expresan espera, camas que dicen intimidad, escaleras que te sumergen en las alturas o te suben a las profundidades. Transposiciones abstractas de experiencias íntimas, obras mecano morfas, aludiendo el movimiento o el pulso de la velocidad en el espacio íngrimo y sencillo de nuestra habitación.

La propuesta de Valenz, caracteriza la obra contemporánea, al fin y al cabo porque descubre lo complejo de nuestra soledad transnacional, el ser humano apura un trago de ensimismamiento en una sociedad de construida, el misterio inquietante de sus túneles, ágoras y atrios llenos de luz nocturna, nos lleva de pieza en pieza, enseñando la búsqueda de un la construcción de espacios que vienen a nosotros en la frescura y espontaneidad de su lienzo.

Managua, septiembre de 2010.

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